Hace ya un par de meses que tenemos la escalera en obras por la instalación del ascensor.
Comenzaron a fines de noviembre.
La verdad es que, por un lado, me está gustando mucho que haya obras: es divertido, algunos de los señores que están haciéndola son muy simpáticos y siempre que pasas te saludan y charlamos un poco con ellos. También esto de ver todo el montaje, ir con cuidado algunos días para que no te caiga un cascote en la cabeza, ojito con los peldaños de madera provisionales...
Lo malo es el ruido, porque ha habido un mogollón de ruido, que empezaba temprano y, la verdad, eso de levantarte para ir al cole (o peor aún, ¡¡en plenas vacaciones de navidad!!!) con el ruido de golpazos, el estruendo del martillo hidráulico, ahora la máquina ésa para cortar las vigas (que además hace una lluvia de chispas y a mí me da un poco de nosequé pasar cerca...).
Los obreros (que, la verdad, lo sufren más que uno) llevaban unos auriculares fenómenos para protegerse los oídos. (Yo creo que podían habernos repartido también a los vecinos) ;-)
Y lo malo también es el montón de polvo que hay por todas partes, y se cuela dentro de casa...
De momento, seguimos con todo desmantelado.
Por lo visto, ahora ya sí empiezan a poner el ascensor y a volver a arreglar la escalera, y ya se acabó el ruido.
Pero, por unas semanillas más, vamos a seguir con este panorama...
Y, antes de que se marchen, le hemos pedido a Pablo -uno de los señores que están trabajando- que no se olvide de venirnos a reparar este pequeño recuerdo que nos quedó en una de nuestras paredes el día que pusieron unas vigas... =)
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