Por ejemplo, no le gusta nada quedarse solo en casa. Se va al lado de la puerta y se queda dando maulliditos (da un poco de penilla...).
Tampoco le gusta mucho que te lo lleves de excursión muy lejos. Ayer me lo llevé abajo un momento y no le gustó un pelo, no se soltaba y temblaba un poquito.
Pero, bueno, como lo que es la vida doméstica la tiene controladísima y a nosotros tres nos tiene calados del todo aquí, entre estas cuatro paredes, se dedica fundamentalmente a la siesta y al gamberreo.
Cuando lo ves dormidillo parece un angelito.
Pero, después, se despierta y anda por ahí haciendo todo el lío que puede.
Atento a ver si hay moscas (a veces te viene a pedir ayuda para que le ayudes a localizarla, porque él no la ve); agazapado por ahí para saltarte encima y darte un susto cuando pasas por su lado; marcando territorio con las zarpas, peleándose con el poster de Sheldon (que ya ha habido que hacerle dos arreglos con celo) y, anoche lo descubrimos, entreteniéndose en morder unas chanclas de Fredy (cuando vea Fredy cómo se las ha dejado...).
También te viene a pedir algunas veces un poquito de papel de plata para jugar, se lo pasa bomba.
Y cosas que no tendría que hacer pero que hace, como subirse a la mesa de la cocina.
Ahí está, con esa cara de cuando se pone gamberro y hay que estar alerta porque va a hacer cualquier trastada y tú no vas a tener tiempo de detenerlo, porque él es muchísimo más rápido que tú. :-)
Aparte, el señor nos ha salido gourmet.
Que no le gusta cualquier cosa... El otro día le trajo Fredy una latita de comida de marca 'no frills' y, se la ha ido comiendo, pero dejando claro que no le entusiasmaba. (Pero claro, esas latitas de pescado rico que a veces le traemos de 'comida de los domingos' y le compramos en la tienda de animales que hay aquí al lado de casa se las zampa relamiéndose, y viene corriendo a toda pastilla para empezar a devorarlas, que no te deja ni tiempo a que se la acabes de poner en el plato).
Ayer por la noche conocí a los dos gatitos chiquitines que tienen nuestros vecinos.
Son unos meses más pequeños que Franki. Gracias a él, ahora me gustan muchísimo todos los gatos. Antes me daba un poco de cosa acercarme mucho a los animales (después de que me mordiera un perro cuando era pequeña) pero ahora, como Franki -detrás de su faceta quilombera- es bueno y cariñoso, he aprendido a no tenerles miedo.
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