Era un perrito que estaba dando saltos para asomarse y después ponía el morrito en un espacio que quedaba entre la puerta y el suelo, como para que lo siguiéramos viendo.
Nos hemos acercado y se ha venido corriendo a ese lado de la valla de su casa desde el que podíamos verlo.
Mirad qué bonito y qué cara de buenazo.

Era muy mimoso y muy simpático.
Me ha dado un poco de pena tener que dejarlo.

A mí me gustaría mucho tener un perro y siempre digo que le pondría Rocky. Pues bueno: ahora ya tengo un perrito amigo al que llamar Rocky.
A ver si la próxima vez que pasemos vuelvo a verle y jugamos otro ratito.
¡¡Hasta otro día, Rocky!!! ;-)

p.s. Y pensándolo bien...miradlo... ¿no os recuerda un poco a Nevado? ;-D

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